Avanzar en la vida, hacer el camino de la propia historia, reconocerse en ese sendero, mostrarse o no, hacia lo público, debería tener, desde nuestra óptica una vertiente irrenunciable “La Libertad”, el ejercicio pleno de “Ser” tanto en mujeres como en hombres, en este caso, haremos una reflexión entorno a la mujer mayor y el derecho a envejecer dignamente.
Ser vieja, es ser mayor, pertenecer a la ancianidad, a la madurez o a la juventud avanzada, como queramos llamarnos. “Ser mayor” tiene sus fortalezas, generalmente no nos las cuentan. Vivimos en un mundo, en una sociedad que le da terror envejecer, que siente pánico ante la muerte y quiere prolongar el cuerpo si es preciso más allá de sus propios límites.
Las mujeres mayores también somos bellas, tenemos derecho a disfrutar de nuestra belleza como queramos, de nuestras líneas expresivas, de nuestro cabello, sea que queremos cambiarlo o no.
Tenemos derecho de arreglarnos, de acuerdo al ejercicio pleno de nuestras libertades. Muchas veces no nos dan el derecho a la información, exijamos el derecho a la información para ampliar nuestra conciencia sobre tratamientos de salud y tratamientos de belleza. Teniendo información, accederemos a la reflexión y a la conciencia, para escoger los realmente beneficiosos. No nos lancemos por el terraplén del consumo creyendo en todo ciegamente.
Podemos disfrutar de nuestra sexualidad de la manera en que ella nos haga felices sin perjudicar a nadie. Tenemos la fortaleza de no salir embarazadas, sí, disfrutar del placer de estar vivas, tenemos derecho a la masturbación, al orgasmo, y a compartir nuestros sentimientos. Podemos enamorarnos porque el amor no tiene edad, de quien queramos siempre y cuando seamos libremente aceptadas.
Podemos expresar nuestras opiniones políticas, al trabajo, a contribuir con la solución de los problemas dando nuestras experiencias sencillas. Podemos ofrecer alternativas diversas y salir del marasmo patriarcal en los gobiernos que en muchas ocasiones solo ofrece guerra para seguir viviendo.
Hay una realidad en ir cumpliendo años, para ser personas sabias hacen falta dos cosas necesariamente, adquirir conocimientos y tener la experiencia de ponerlos en práctica, eso solo es posible habiendo vivido muchos años.
Podemos disfrutar de nuestra sexualidad de la manera en que ella nos haga felices sin perjudicar a nadie. Tenemos la fortaleza de no salir embarazadas, sí, disfrutar del placer de estar vivas, tenemos derecho a la masturbación, al orgasmo, y a compartir nuestros sentimientos.
En la Escola Rural de Saúde da Limia estamos convencidas de que las mujeres viejas podemos aportar mucho al cambio del mundo, para construir una sociedad de avance, del amor y de la paz. Queremos vivir mezcladas y no obsesivamente excluidas en esquemas de segregación. Vivamos en intercambio todos juntos, jóvenes, niños, viejos y la vida será más vida viva.
Rosa Trujillo Bolaño é psicóloga e membro da Escola Rural de Saúde da Limia.